15/8/08

Never cocheche

De niño siempre se sueña con qué se va a ser cuando se es grande. Dependiendo de la época y la generación, las respuestas van cambiando. Hubo épocas en donde las mayores aspiraciones eran ser abogado, médico, cura o militar (quizás la de mis papás); en otras, astronauta, bombero, presidente o policía; en otras, estrella de rock, actriz de cine, o incluso en estos tiempos, protagonista de novela o gran hermano.

En la medida que pasa el tiempo, uno va moderando sus aspiraciones, las aterriza de a poco con la realidad y termina siendo, comunicador social, periodista, editor o vendedor en el peor de los casos. Luego del desencanto natural del ambiente laboral, del clima empresarial, de los deplorables estados financieros, y el inevitable encuentro con una variedad de personajes indeseables en todos los trayectos de la vida, uno empieza a hacer la lista de lo que no quiere ser.

En el colegio descubrí que no quería ser la mojigata virgen de pueblo que espera perder la virginidad y quedar embarazada en su noche de bodas. En la universidad, quizás una época prolífica de aprendizaje, supe que no quería ser mentirosa, cretina, pretenciosa, perfecta ama de casa con título, mamerta, poco seria, ladrona, ridícula, vendida, inconsciente, negadora, falta de carácter, etc. Cuando empecé a trabajar me di cuenta que no quería ser periodista, la empleada del mes, empleada corporativa (en general), mujer (sí, la mayoría de mujeres en el ámbito laboral son sinónimo de arpías, pero no tengo más remedio), ejecutivita junior, jefe inepta, irresponsable, corrupta, crédula, confiada, ingenua, regalada, monedita de oro (para caerle bien a todo el mundo), obtusa, abusiva, una santa y menos una santurrona. Ahora que ha pasado algún tiempo, también sé que no quiero ser excesivamente comprensiva, tolerante, patriotera, optimista, pesimista, amargada, auto condescendiente, aburrida, vieja loca, histérica, mamá, problemática, demasiado correcta, pero sobre todo, never cocheche.

Algo en los genes me pusieron de excesiva responsabilidad, de tendencia a la verdad, de bondad (¿?), yo diría, casi casi, de estupidez. Cuando uno se hace cargo por otros de lo que no le corresponde, cuando está excesivamente dispuesto a entender y ayudar a los otros a cualquier precio (incluso el propio pellejo), cuando uno guarda las formas y las maneras e intenta ser siempre “delicado” con los demás, casi siempre el límite de la bondad o lo correcto, de lo responsable, linda con el de la boludez, la ingenuidad y da paso a que venga el abuso consentido, entonces uno se transforma en un cocheche.

Lo puede ser material, laboral o sentimental, siempre y cuando uno permita el abuso, dándoselas de bueno, se es un miserable cocheche. Ya estuve ahí, y las ínfulas de bondad no me hicieron nada, mas que cómplice de mi propio verdugo y merecedora de mi suerte. Por eso ahora digo, never cocheche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Unknown dijo...

Hola,me extraña que tu amigo esté orgulloso de tener un papá cocheche, el significado proviene de la sabiduría popular colombiana que conozco bien, pues hasta hace unos años, viví ahí.