15/8/08

Casualidades a la luz de la ignorancia

Alguna vez en la vida me gustaría estudiar historia, o en últimas conseguir a alguien que me la contara de a capítulos como una novela (no leer novelas históricas tan de moda por estos días). No tengo muy clara la historia precolombina, recuerdo lo que aprendí en el colegio y los relatos de la auraucana de mi profesor de historia en la universidad. Hace poco alguien me dijo que los guaraníes habían recorrido el continente americano, y obviamente habían hecho su paso por Colombia, antes de instalarse en Paraguay y el norte de Argentina.
Con esa información, y algunos datos que recogí en mi visita flash a Asunción, no puedo evitar empezar a hacer asociaciones, pues hay algunas casualidades (que realmente deben ser coincidencias) que la corroboran:

  • La música típica paraguaya se parece mucho a la de los llanos orientales colombianos, que a su vez comparte rasgos con la venezolana y la de una región en México. Todavía no he podido enterarme como la llaman en Paraguay, pero de seguro no es casualidad que la toquen con el arpa y otros instrumentos de cuerda como el cuatro, y que para bailarla la zapateen, en los tres sitios de manera muy parecida. Ahora, tampoco creo que los guaraníes hayan desarrollado esos instrumentos cuando eran nómadas y recorrían el continente…
  • También compartimos algunas costumbres gastronómicas. En un clima tan cálido, abundan los platos calientes, para ser más exactos las sopas, a las que se les pone queso, y muchos ingredientes. Todavía recuerdo con angustia los sancochos de pescado a la hora del almuerzo en Cartagena… No responden a la lógica de las estaciones como en Buenos Aires, en donde durante el verano abundan las ensaladas y los platos ligeros, y los guisos son exclusivos de la época invernal. También, por suerte, abundan las frutas, los platos con yuca (mandioca), y hasta tienen pandeyuca! (chipa). Para terminar, según mi jefe, les gusta comer la carne seca, como a nosotros. (no sé de dónde saca eso.. pero puede ser, nos gusta comer la carne en sopa, y no sólo a la parrilla o en milanesa).
  • Algo que me llamó mucho la atención fue el uso de la palabra cachaca. Aquí no se refiere a la gente oriunda de ningún sitio, y menos como sinónimo de aburrido –como la usan los costeños colombianos, para referirse a nosotros los del interior, y más si la juntan con el calificativo: seca (o sea, una mujer del interior muy aburrida)-; sino que se refiere a un género musical. Un punto intermedio entre el vallenato meleguero, del más malito, y la cumbia villera argentina. Esa música que parece la evolución tropical de los Bukies, en donde un sintetizador y algunas veces un acordeón se convierten en instrumentos realmente detestables. De las letras ni hablar, el osito dormilón sería una creación poética!
    No voy a tener la oportunidad de verlo bailar, una lástima, lo que sé es que si lo bailan como en Argentina bailan la cumbia y el vallenato (incluso del bueno), estaría preparada para ver a mucha gente intentando ser bailarina de orquesta del Binomio de oro o de Diomedes Díaz… intentando aplicarle el ritmo y los movimientos del reggeaton (otro invento diabólico) al apacible ritmo del vallenato.
Para terminar, no una similitud, sólo algo que me llamó la atención. La música ambiental en un restaurante de un buen hotel es lo que ahora se llama “música para planchar”. Si, Dyango, Sandro, Daniela Romo, etc. y uno termina comiendo al ritmo de: son doce rosas que hablarán por mí, son doce rosas que te gritan vuelve.

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