9/4/12

En busca de una enfermedad mental

Nunca he sido gran defensora de las mujeres, ya lo dejé claro antes aquí y aquí, sin embargo, no he podido dejar de notar cómo cada vez más cuando la protagonista es una mujer, su rol no es de esposa, amante, ama de casa, enamorada o artista (esta última ha sido una categoría permanente en el tiempo), sino que ahora también son heroínas: policías, agentes del FBI, guerreras, etc.

Supongo que está bien la diversificación de los roles como reflejo de la realidad, no obstante, también he notado que para que las policías, agentes del FBI, asesinas, y demás sean buenas tienen que estar locas. Pero no como en el caso masculino que simplemente son rebeldes en contra de las reglas o tienen temperamento fuerte, características admirables en cada caso, sino clinicamente locas: bipolares, ciclotímicas, desadaptadas sociales o salidas de un manicomio, sino piensen en Nikita, Homeland, The Killing, Kill Bill y la lista sigue.

Al parecer, la única manera de que las mujeres nos concentremos en una sola tarea y seamos excepcionalmente buenas en ella es gracias a alguna condición mental. Qué idea peligrosa, porque la mayoría ya estamos bastante locas, y no necesariamente chéveres, ahora, ¿cuántas justificarán su locura alegando genialidad?

6/4/12

Fetiche musical

Tengo una fascinación por los músicos. Cuando voy a un recital, más allá de ir a escuchar música que me guste, voy a ver a los músicos, a ver cómo se mueven, qué caras ponen, su concentración, su disfrute, y entonces los clasifico: si son cancheros, tímidos, ensimismados, encantadoramente inseguros o inseguros a secas.

Al final del concierto siempre tengo mi favorito,  normalmente me terminan de comprar a la hora de los solos, en esos momentos, en que, sus expresiones son casi orgásmicas. No importa el instrumento, cada uno tiene su encanto: los guitarristas tienen complejo de estrellas, los bajistas suelen ser der perfil bajo pero tienen un aire cool que me puede, los bateristas normalmente son divertidos y, a pesar de estar sentados, se mueven con un swing encantador, y así...

1/4/12

La carpeta del bar

Nadie me avisó que los sitios tienen límite de recuerdos. Son como un folder, al que no se le puede agregar una hoja más porque no cierra bien, porque la hoja se resbala, se cae.
Así mismo es ese bar, mi bar, es como que está saturado, y como me gusta mucho, insisto, pero el gancho no aguanta una hoja más. Lo lógico sería sacar de las de abajo, de las más viejas, ¿no? Pero resulta que les tengo tanto cariño: son de la mejor colección, de papel especial, de colores y entramado, de ese que envejece divinamente. Supongo que como todo no se puede tener, tengo que resignarme y aferrarme a los recuerdos y buscar abrir un nuevo folder.