4/2/11

Inlove again

Todas las relaciones tienen altibajos y mi idilio con Buenos Aires, no podía ser la excepción. Tras una corta separación, yo la traicioné por unos días con mi país natal, estaba resentida y me recibió con 43 grados de térmica, cambios en las rutas de los buses, ausencias de los habitué en las plazas, y noticias, muchas, feas noticias.

Yo también estaba retrechera, su presencia estaba relacionada con volver al trabajo, a la vida de las responsabilidades, las cuentas, los horarios, los tacos, las reuniones, etc. Y aunque me hizo ojitos el fin de semana con un domingo en la plaza, yo me hice la loca y me encerré enojada en mi casa.

Cuando la furia me bajó, me encontré en el Congreso con un clima más que agradable, con buenas noticias, en chatitas, y dispuesta a caminar hasta mi casa, revisitando la Avenida de Mayo.

Los niños en la plaza, la gente en la vereda, los hippies y artesanos vendiendo cosas, todo me fue ambientando en clima de reconciliación. Luego llegué a la 9 de julio, y una gran bandera aymara ondeaba, mientras el líder? decía: "Somos medio improvisados, si les gusta lo que ven, díganlo...". Con la estatua del Quijote de la Mancha de fondo, pensaba: no es demasiada contradicción estar bajo el ala del mayor símbolo de la hispanidad, culpando de la situación actual al robo de los españoles de hace 500 años? O será acaso una quijotada su cruzada por defender los derechos indígenas? Pero ahí estaban con su música, sus libros y sus carpas, eso, sólo en Buenos Aires.

Ya tenía una sonrisa difícil de sacar, hasta que me encontré con con la previa de los piqueteros para un viernes a la noche:

Un pequeño paseo por la Avenida de Mayo.

Pasaron cinco años y dejé de tenerle miedo a los sonidos de las protestas, dejaron de parecerme tambores de guerra, sin embargo, verlos me hace pensar, todo no se puede tener, nadie es perfecto, y éste es el defecto. No sé si los piqueteros tengan jodido al país, pero estoy segura que por lo menos tienen jodido el tráfico de la ciudad.

Pero a quién le importa el tráfico cuando existe esta esquina?

Dicen que lo bueno de pelearse, es la reconciliación. Las calles de San Telmo me condujeron a mi sitio favorito, que estuvo cerrado por algunas semanas. Cerramos con broche de oro, cena, material de lectura y una copa de vino. Para cuando caminaba las últimas cuadras a mi casa, estaba un poquito más enamorada y me regocijaba en saber que el destino me mandó a un buen lugar.

Mi rincón favorito de San Telmo, Café Riva