Este concepto de que todo debe ser tan antiséptico, tan limpio, tan prolijo, no tiene nada que ver conmigo. Tiempo me ha llevado en darme cuenta. Lo acepté desde el punto de vista motriz, nunca logré colorear dentro de las líneas, cortar y coser derecho o pintarme las uñas sin pasar mucho tiempo corrigiendo los enchastres con el palito y el removedor. Declararme torpe no ha resultado ser un problema, por lo que no entiendo, por qué cuando de relaciones se trata, espero perfección, prolijidad, exactitud (la persona indicada, el momento correcto, las palabras adecuadas, el beso perfecto, el mail pertinente)?
Tengo una sospecha: porque se me metió en la cabeza (todavía no sé cómo) que es lo que esperan de mí también. He pasado mucho tiempo queriendo ser perfecta, redactando cinco veces los mails, tapando con maquillaje los granitos, probándome tres veces el ropero y creo que hasta he desarrollado abdominales de sólo meter la panza en todo momento en el que pueda estar siendo mirada. Me he matado la cabeza procurando esconder mis defectos, mis errores, mis debilidades, mostrando lo mejor de mí como si se tratara de una competencia, de una presentación ante un juez infalible cada vez. Ya sé que la mayoría de la gente busca mostrar su mejor yo cuando conoce a alguien, pero lo mío, créanme, va más allá de estrenar ropa en cada primera cita (no por pudiente, sino por acomplejada u osciosa que diría una amiga mía), se ha convertido en una obsesión de tiempo completo que estoy dispuesta a abandonar.
Sí, buenas noches, mi nombre es Ms Cellophane y soy adicta a las calificaciones. Sí, como ese capítulo de Los Simpsons en el que no hay escuela y Lisa le dice desesperada a Marge: "califícame, evalúame, uff, sólo dos sinónimos, estoy perdiendo mi perspicacia!" Así, igualito.
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